Oyendo que alguien estaba tocando la puerta de la señora Corney, fue a
abrir, y era el señor Bumble quien venia a contarle a la señora Corney sus
lamentaciones, y otros atrevimientos del señor Bumble.
La señora Corney oyó, además,
que la estaba llamando una anciana, y fue a abrir, y le dijo que la vieja Sally
estaba moribunda y que necesita decirle algo que es preciso que supiera, y que
no moriría tranquila si no iba a verla.
Insistente, fue a ver a Sally
con la anciana, pero primero le dijo al señor Bumble que la esperara; y cuando
llegaron, vieron a Sally con dos ancianas que la cuidaban, pero estaba letargo,
y la señora Corney se había desesperado de esperar a que Sally saliese de su
letargo porque también en la casa la estaba esperando el señor Bumble, y cuando
iba a salir del cuarto…
Vio que Sally había gritado, y
se acerco a Sally a hablarle, pero Sally le dijo que le había robado a la madre
de Oliver Twist, y la única cosa que ella poseía era oro que hubiera salvado su
vida, y ella le encargo que lo guardara cuidadosamente y ella se lo confió
porque no tenia a nadie a su lado mas que a ella.
Entonces, desde el momento que
lo había visto en su cuello tuvo la intención de robarlo y el niño lo habrían
tratado mejor si se hubiera sabido todo, y el se parecía tanto a su madre y era
el vivo retrato de su madre.
Replicando, dijo que la madre,
al sentir que se moría le dijo al oído que si vivía su hijo, y si era posible educarle...,
después de eso le dijo que el niño de esa mujer se llamaba Oliver; diciendo
esto y nada mas la moribunda fue muriéndose poco a poco en la cama.
Teniendo
aparte estos sucesos, Fagin esta sentado frente a la chimenea de su casa,
mientras Truhan, Charlot y Chitling estaban jugando whist. Bromeándose entre si
y molestándose fue a parar en una pelea por razones de amor. Terminado esto,
Toby se dispuso a comenzar una narración, y dijo: para empezar, ¿Cómo esta
Willy?
Willy,
en una situación inesperada, llevo a Oliver Twist a cuestas y huía más ligero
que el viento, pero se detuvieron para llevarlo entre los dos.
Inquietamente
la cabeza le colgaba, estaba helado; y como los que los seguían estaban a punto
de darlos alcance,
Simplemente
dejaron al pequeño a la orilla de un foso sin saber si muerto o vivo.
Teniendo
que escuchar todo esto, el judío no quiso escuchar más; profirió una espantosa
amenaza y se lanzo a la calle.
María Kim
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